El oropel...igroso


Cabo San Lucas B.C.S. México
2 de Agosto de 2011


El oropel...igroso


“Engarza en oro las alas del pájaro y nunca mas volará al cielo.” (Rabindranath Tagore)


condenarro


De repente, mi es-timado lector y elector, me siento como en estuche de oropel, y lo menciono basando la opinión en diversos asuntos y situaciones regionales. No podrás estar en desacuerdo que Los Cabos y BCS son una joya en realidad, no sólo un adornito listo para su venta y/o renta indiscriminada, tal como lo hemos estado observando, con tristeza, pero con voraz y avaricia destreza.

Durante poco más de 18 mese he escrito no se cuantos artículos sobre la minería que se proyecta en las inmediaciones de la Sierra la Laguna, un numero similar a los que he compartido, con los dos o tres lectores desprevenidos que leen el blog, en relación a la sustentabilidad y cuidado al entorno, principalmente por los mega desarrollos, los ya hechos y los que están en proceso. En realidad, sobre este último asunto, tengo ya más de 20 años haciéndolo en Los Cabos, y no me canso porque ni caso me hacen...

Hoy, en esta edición vaya, elegí el título por la razón qué, seguramente habrás descubierto, es la de la minería de explotación de oro, el daño irreversible, irreparable e innegable a todo terreno objeto de explotación a cielo abierto, no importa lo que demagógicamente expongan las empresas mineras, extranjeras por cierto, y que por una “interpretación” de una Ley que de origen es de observancia apunta, digamos que en su artículo 5º de la Ley Minera. En el artículo siguiente, el 6º se contradice, aunque se diga que todo mineral y terreno donde se encuentre es de utilidad pública. Entiendo yo, neófito en la materia, que la utilidad pública se refiere al pueblo mexicano y en una democracia a la mayoría. No recuerdo, en los últimos 18 meses haber escuchado, leído o visto en documento opinión alguna emitida por el Servicio Geológico Mexicano que señala el artículo 7º, fracc. IX. Nadie me ha podido explicar porque las concesiones son a 10 años, cuando el artículo 16 indica que son improrrogables y a 6 años.

Podría seguir opinando con referencia a la ley. Pero en realidad quien me haría caso. Podría reiterar lo que he opinado y expuesto durante tantas ediciones de Análisis, Los Cabos News, Tierrapericue.blogspot.com, mi sitio en FB, Contupalabra.com y otros medios que me han abierto el espacio para ello, pero sería una buena protesta vestida de oropel.

Hace no mucho se realizó un segundo movimiento de SOS, no de tanta fuerza como el de enero de 2011 cuando 9007 voces gritaron muchas veces no a la minería tóxica; al mismo tiempo se publicó en el diario Tribuna de Los Cabos la preocupación de ONG’s internacionales del riesgo que corre el Parque Marino, patrimonio de la humanidad de Cabo Pulmo a efectos de Cabo Cortés; nadie hasta el momento ha dicho nada de lo que está sucediendo con la Minera Pediment Gold; o lo que sucede en Las Ventanas, en Ensenada de Muertos, en el Norte del Estado como en Loreto, Mulegé y Gro. Negro, o en Bahía Magdalena y La Purísima. También por aquellos lares hay riqueza natural, y es mucha la que corre el riesgo de convertirse en oropel para beneficio de unos cuantos y que muchos ni mexicanos son, otros no merecen serlo, pero esa ya es otra historia. También, en el mismo diario aparece un desplegado por parte de Héctor Araya Muñoz, Director General de Concordia (minera canadiense), quien amable e ilustrativamente nos informa que el cuerpo humano está lleno de minerales indispensables para su diario vivir. Lo que no nos indicó, por nimias razones, claro, es que esos minerales los encontramos, de forma natural y sin necesidad de depredar a la naturaleza que, como dice la canción en “El libro de la Selva”, obra de Kippling y adapta por Disney, nos lo da. No existe la necesidad de un anillo de oro para nutrirse. Pero es indispensable para la especulación económica internacional la que está diseñada para que unos disfruten lo que el resto sufre.

Para no fastidiarte más mi es-timado sudcaliforniano, te invito a que este domingo te pongas tus mejores trapos, alguna joyita y lleves a tu máximo tesoro a un restaurante de oropel, posiblemente te sirvan en cubiertos de plata y vajilla de porcelana unos frijoles refritos con el último queso de rancho que quede en la Sierra, espero lo aproveches, yo, en tanto, me quedo en mi estuche de oropel cabeño y me reitero, por lo mismo, como un pobre loco peligroso irreverente, irrelevante, irremediable pero irresistible y real prófugo de la injusticia que el oropel, hace peligrar al tesoro natural.

“Hubo una edad de oro en la que el oro no existía” (anónimo)

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